La edad de oro de los slashers se concentró en las décadas de los 70 y 80, sobre todo en Estados Unidos. A pesar de su declive, en los últimos tiempos, este subgénero ha experimentado un renacimiento. La mayoría de dicha renovación se ha llevado a cabo a partir de remakes o continuaciones de sagas icónicas que ya reinaron en las salas de cine.
La fórmula de su éxito se basa en la reiteración de estereotipos y comportamientos. La repetición causa placer. Otorga al espectador una posición demiúrgica y, eso, le complace. Son películas carentes de carga intelectual, cimentadas en un entretenimiento vacío, sin mensaje, simples. Exaltan la violencia, el sexo desenfrenado y la muerte saturada de sangre. Mucha sangre. Incluso se llega a crear una imagen sexualidazada de esta, con desnudos ensangrentados no justificados por un guion.
Ejemplo de este fenómeno es la saga de Viernes 13. Desde su primera cinta en 1980, la franquicia ha recolectado unos componentes, características y personajes estereotipados. Peculiaridades universalizadas en este submundo sombrío.
¿QUIÉN ES QUIÉN?
Como explica Saioa Eslava Garrués en su proyecto “El cine de terror: las sagas slasher” los personajes, estereotipados, se dividen en principales (Boogeyman y la Final Girl) y secundarios (los libidinosos, el negro, el fumata, el chulo y la rubia tonta, entre otros). En el último largometraje enfocado a la resurrección de Jason Voorhees, estrenado en 2009, se pueden apreciar varios.
El “pequeño” Voorhees es el protagonista o “bogeeyman”- directa o indirectamente- malvado y sádico de las 12 películas, que siembra una oleada de crímenes y terror. Pertenece a la subcategoría del “asesino imparable”: una máquina sigilosa de asesinar, emocionalmente inestable y traumado, que carece de dialogo.
Voorhes, representado por Derek Mears, además, tiene poderes sobrenaturales y una fuerza devastadora. Estas cualidades de carácter titánico y paranormal sirven a la industrial para legitimar secuelas. Para provocar sensación de inexpresividad, de ausencia de sentimientos, acaba cubriendo su rostro con una careta- un elemento simbólico y recurrente.
Imagen extraída de la película Viernes 13 (2009), productora New Line Cine/ Platinum Dunes/Paramount Pictures. Actor Derek Mears.
En contraposición se encuentra a la “Final Girl”, en este caso interpretada por Danielle Panabaker. La fuerza de dicho papel recae en una figura femenina, guapa y joven. Ello se debe a crear una sensación mayor de temor ante su supervivencia puesto que se considera más débil físicamente.
A diferencia del resto de personajes, posee unas cualidades intelectuales, morales y éticas. Es la personificación de la pureza; no consume drogas ni mantiene relaciones sexuales. Durante la película, no obstante, sufre una transformación, convirtiéndose en una mujer osada y audaz. No obstante acaba asesinada.
Por otro lado, en dicha película, se podría considerar también la existencia en segundo plano de otra “Final Girl”. En el personaje de Whitney Miller, encarnado por Amanda Righetti, se detectan singularidades de esta figura estereotipada. Junto a su hermano, es la única superviviente y quién encara al bogeeyman ganando el enfrentamiento final. O eso es lo que parece.
El resto de sujetos son secundarios. El espectador no se siente identificado con ninguno al no tener una personalidad perfilada. Son simples piezas de caza. En “Viernes 13” (2009), en ocasiones de manera entremezclada, aparecen:
“Los libidinosos”: este prototipo define a una pareja que su único propósito es mantener relaciones sexuales. Aparecen al principio de la película sin ninguna repercusión salvo la de mostrar la crueldad del asesino.
“El negro”: valiente, decidido e imprudente, decide enfrentarse solo al asesino sin conseguir salvar su vida. Le suelen dar una muerte heroica.
“El fumata”: esta figura aparece varias veces. Es más, encontrar una plantación de María para su consumo es el objetivo del primer grupo de jóvenes excursionistas. Conforme avanza la película, dicho estereotipo se centrará en un joven que pasa la mayor parte del tiempo “colocado” y, por consiguiente, entorpecerá las tareas de supervivencia. Incluso llega a provocar la muerte de uno de los componentes del grupo.
“El chulo”: representa a la élite de la sociedad estudiantil. Es el chico popular, apuesto y adinerado. Es de los primeros en quebrantar las normas, consumir alcohol y mantener sexo. No reconocerá la situación hasta que sea demasiado tarde.
“La rubia tonta”: una de ellas es la primera en ser asesinada. Las dos chicas, enmarcadas en la imagen de fémina inútil, se encuentran categorizadas como un objeto sexual. Son atractivas, con grandes senos y escandalosas.
El análisis muestra una clara matanza de “jóvenes populares”. Son carismáticos, muy bromistas, con lo que se considera notable atractivo sexual e individualistas. Tienen un comportamiento incoherente en situaciones extremas. Eso sí, cumplen su objetivo: presentan el juego del gato y el ratón, el cazador y el cazado.
Imagen extraída de la película Viernes 13 (2009), productora New Line Cine/Platinum Dunes/Paramount Pictures. Actriz Danielle Panabaker
LA IMPORTANCIA DEL AMBIENTE
Los estereotipos también se concentran en las características y la ambientación. El recurso infalible, que inunda los slasher, es la sangre. El director Marcus Nispel, en este reebot de “Viernes 13”, utiliza cantidades descomunales de dicha sustancia. Al igual que la deformación del boogeyman y los gritos y silencios, intentando hacer una profundización del terror psicológico.
El escenario tiene suma importancia, ya que el asesino está ligado a una ubicación en particular. En este caso, la narración se localiza en el campamento Crystal Lake, su entorno boscoso y el lago en el que se ahogó Voorhes. Establece una imagen generalizada de peligro y oscuridad.
Tráiler de la película Viernes 13 (2009) publicado por el usuario TERROLAND –Tierra de Terror-. Productora New Line Cine/Platinum Dunes/Paramount Pictures
“Viernes 13” ha cumplido a medias con su objetivo. Es notable el fallido intento de originalidad de guionistas y director, el cual se queda en una triste mezcla de estereotipos. Creando aturdimiento y dificultando su identificación. Peor aún es el intento de innovación que queda aplastado por los prototipos sociales.
INFORMACIÓN COMPLEMENTARÍA:
Otros estereotipos
Siempre al acecho
La repercusión de la trama de los slashers recae en el Boogeyman. Sus características son la diferencia real entre las películas del subgénero, haciendo más o menos entretenido el cliché de la matanza. Ser inmortal o, por el contrario, un psicópata, es su firma identitaria. Lo que crea una categorización del asesino (en serie):
Muñecos: Tienen un aspecto de “juguete inerte” del que se aprovechan para llevar a cabo engaños y carnicerías. Ejemplos: Chucky el muñeco diabólico, Dead Silence
Dementes: Son psicópatas de apariencia normal que ocultan su identidad detrás de una careta. Poseen una relación directa con la Final Girl. Ejemplos: Un San Valentín sangriento, Halloween: el origen
Excéntricos: Trabajan en grupo con diferentes cualidades y cargos. Viven en zonas apartadas de la civilización y son mortales. Ejemplos: La casa de cera, Tú eres el siguiente
Sobrenaturales: Por lo común, suelen haber tenido un pasado humano antes de morir. Muestran algunas características humanas. Ejemplos: Pesadilla en Elm Street, IT
Imparables: Ocultos tras una máscara y de apariencia inmortal, cometen oleadas de sangrientos crímenes. Ej: La matanza de Texas, Viernes 13
Hay que tener en cuenta que muchos de los films mencionados pueden pertenecer a una o más categorías. Por ejemplo, el escalofriante Chucky se incluye en la de muñecos así como en la de sobrenaturales. Es decir, no es una clasificación cerrada e inflexible. Aceptan cambios y están en constante evolución.
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