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MARTA GUERRERO/ Me desperté bañada en mi propio sudor, confusa y sola. No tenía noción del espacio ni del tiempo. Mi mente se negaba a recopilar los hechos acontecidos horas antes. Entre mis recuerdos y yo se había fortificado un áspero muro de hormigón. Por más que intentaba escalarlo, buscando recovecos, era incapaz. Notaba como la adrenalina aceleraba mi pulso...
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